La Hematóloga

Su trabajo en el laboratorio creando sangre artificial, el ejercicio intenso y las ocasionales visitas a una galería de arte son los recursos que ayudan a Ariadne a mantener el control de su vida.
Nadie debe saber lo que le provoca la sangre, la adicción que despierta en ella.
Expía la culpa robando lo necesario para crear sangre por su cuenta y donarla. Procura ser una buena persona, ayudar a las víctimas del virus que se está comiendo la médula ósea del mundo.
Ariadne tiene sus días programados, arraigados en una rutina que le da tranquilidad…, no obstante, descubrirá lo fácil que es perder el control cuando un extraño aparece en su apartamento y afirma saber todo sobre ella.
Sus palabras darán vuelta el mundo de Ariadne, la llevarán a explorar los extremos de su adicción y cómo puede usarla para ayudar a otros en un camino de sangre y muerte, que la hará cuestionarse todos sus principios morales.
"La sangre se paga con sangre"